02 Feb LA CIUDAD DORMIDA
POEMA DE LA CARNE (Frag.)
He soñado esta noche con un cuerpo.
Era un cuerpo de agua. En él había
especies innombradas de ojos ciegos,
bellos corales de inauditas formas,
había estrellas de tersura intacta
y monstruos indecibles y gigantes
y sirenas de dulces pechos lentos
y ánforas de miel inagotable,
y yo quise quedarme y ya no pude
aguantar por más tiempo los pulmones
o morir y olvidarme entre las algas.
Mi cuerpo se fundía con la arena,
era suave, de abril, era un recuerdo
de lejanos portales, pechos blancos.
Cuando me desperté ya me pesaba,
el cuerpo me pesaba y era el mundo
pesando como nunca contra el suelo.
La vigilia era un rostro torturado
que decía mi nombre, era una cruz,
un ancla, un beso, un sueño que se olvida.
LETANÍAS
A José Julio Cabanillas
Una mancha negruzca, un rastro espeso,
como un borrón de tinta que excita las visiones
torturadas y lúcidas del insomne heroinómano.
Como un aceite amargo, usado tantas veces,
y vertido de nuevo en el arcén,
que se funde en silencio en el atardecer del extrarradio,
en el que nadan moscas dormidas y refleja,
como una burla fétida, algún rayo de sol.
Como un agua gastada que en el fondo
alberga criaturas inmóviles, pesadas,
y que una vez fue limpia y calmaba la sed.
De profundis. Así sueña su noche,
de profundis, aquel que pide ahora sin rodillas
porque las ha vendido en el mercado
de la carne diurna, y ya sin voz
porque gritó su nombre hasta olvidarlo.
Mírame: soy el niño en la selva,
el niño que aún no habla,
y que ya no hablará si nadie lo descubre.
Virgen de los Pantanos, yo tuve una canción.
Cada mañana,
esa canción venía a despertarme: el sol de nuevo.
Tuve una casa pintada con acuarelas rojas,
un jarro y cuatro flores. Era el mundo.
No voy a decir: mira, estoy sufriendo.
Hasta el dolor parece sólo pose.
No te voy a decir que todo es raro,
que miro y no me reconozco,
porque escucho mi voz y suena falsa.
Porque mi voz es falsa hasta en el tono.
Virgen de los Mediocres, soy mediocre.
Mira que me ha costado darme cuenta.
Aquí estoy: de profundis. Culturalista, serio,
bíblico y sentencioso, hábil versificando.
Aquí, con el disfraz que todos ven de día
y que hasta yo confundo con mi vida.
Virgen del Cuerpo Roto, y de mi cuerpo,
mírame Tú desnudo, carne, pelos y semen.
Soy el poeta. Puedo
borrar en este instante todo el cuadro,
ya está,
y quedarme yo solo, sin rodillas.
Una figura gorda y sin rodillas.
Lo que te voy diciendo, como ves, es postizo.
Pedante y pretencioso, imagen, semejanza.
Un poco de bufón y algo de pose.
Sólo tú puedes ver lo que no veo,
los hilos que aún me tienen.
Yo ya no puedo verlos, Virgen Ciega.
Esta noche no puedo ya verlos, Virgen Madre,
Madre Lepra que Huye, Madre del Hijo Oculto.
Virgen del lodo, ahuyenta la Inquietud,
ahuyenta de mi cama todo el Desasosiego, Rey del Mundo.
Madre Vaso de Leche, Madre Mano en mi Frente.
El sueño, galopando, se adentra por mi cama.
Cierra mis ojos Tú, ahora y en la hora
del despertar desnudo más allá de esta fiebre.
TAL DÍA COMO HOY
Tal día como hoy estábamos en Madrid.
Allí palomas gratas, sombras verdes allí,
fluyendo lentas sobre dunas de metal transpirado.
Allí la canela y la nata de morenas y albinas,
la marioneta y el chelo callejero, allí, las cañas y la plaza,
Cristina y su nombre de cristal, el mismísimo amor,
la mismísima lluvia,
tal día como ayer y nosotros aquí.
El tiempo recordado es un mar y una danza:
allí, aquí, allí, aquí, allí,
(que termina en aquí, que termina en aquí),
y la vida estallando en allí, en siempre allí,
y nosotros muriéndonos de puro aquí.
“ALBAYALDE”
A Paco, Pablo, Joaquín, y Ale
Yo quisiera una vida como aquella,
una tarde feliz sin sombras duras,
con un sol diminuto que acaricie,
que unja nuestra espalda de perdón,
un camino hacia el mar, estando quietos
en aquel mirador que daba al mundo.
Yo así quisiera estar, cerca de todo,
muy cerca de la hierba y del granito,
muy cerca de una hoguera y de una mesa,
muy cerca sin romperme en el intento,
con mis amigos, ellos, los mejores,
los de túnica blanca y tan hermosos
como el sol de la dicha y la cerveza,
con poemas que digan y no digan,
que sean sólo música, universo,
balcones hacia el mar y las montañas,
balcones a mí mismo que soy otros.
Déjame que te cante, casa nueva,
hogar de los muy solos que se buscan,
guitarra para el canto y el reposo,
marea que se acerca y que se acerca,
emblema para tiempos más oscuros.
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